Usar pantalón cuando
todas las mujeres usaban faldas y vestidos transmitía rebeldía, no por nada
esta prenda comunicaba esa sensación de liberación y empoderamiento cuando las
mujeres la empezaron a usar.
El origen de esta
prenda se remonta a la cultura celta del 2.600 A.C y durante muchos años fue
exclusiva de los hombres, mientras tanto las mujeres se veían obligadas a usar
faldas y vestidos.
A mediados del año
1800, por parte del movimiento feminista francés, el pantalón en las mujeres tuvo
mayor visibilidad, sus integrantes desafiaron una ordenanza policial que
prohibía a las mujeres de París el uso de pantalones en la calle (con excepción
de las que montaban a caballo) y empezaron a usarlo con mayor frecuencia.
Amelia Bloomer,
feminista y activista por los derechos de la mujer inició la campaña del uso de
esta prenda como símbolo de adherencia a la rebelión y emancipación del dominio
masculino, su diseño era un pantalón de cintura alta, en los muslos suelto y
ajustado en los tobillos, algo así como un bombacho.
Gracias al impulso de
Amelia y al de otras activistas de la época esta prenda poco a poco empezó a
ganar popularidad en los armarios femeninos, aunque no fue, sino hasta la
segunda guerra mundial que esta prenda alcanzó su mayor popularización, las
mujeres emprendían labores que antes eran únicamente de los hombres y para esto
necesitaban estar vestidas de manera acorde a la labor que iban a realizar.
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